Manuel Lourenzo: Un formidable legado artístico e intelectual

En la madrugada de hoy, discreto y silencioso, bajó el telón nuestro imprescindible Manuel Lourenzo. Lo hizo sin estruendo, sabedor de que su obra lo iba a sobrevivir y de que a través de sus personajes se iba a mantener vivo sobre las tablas y en relación con las nuevas generaciones, a las que soñaba inocularles el veneno del teatro.
Bajó el telón, sí, pero feliz por lo vivido, una vida plena dedicada al teatro, su principal oficio, su pasión. Enfocó su trabajo a hacer real una gran ambición: convertir el teatro en un eje vertebrador de nuestra cultura, para mejor entendernos, para contarnos, para llevar a cada rincón del país nuestros problemas y nuestra extraordinaria riqueza lingüística y cultural. Conocedor a fondo y admirador de la literatura dramática griega, de Shakespeare, del mejor y más vanguardista teatro europeo del siglo XX y de aquellos autores gallegos que consideraba geniales, Álvaro Cunqueiro y Otero Pedrayo, quiso llevar sus textos no solo a las tablas sino, también, a las aulas, donde utilizó el teatro como herramienta pedagógica para mejor enseñarle a su alumnado la Historia, Literatura, Dramaturgia o Interpretación.
Manuel Lourenzo, a pesar de los siete tomos publicados que recogen su obra, seguía escribiendo cada día, al alba y a mano, en sus cuadernos. Él mismo expresó en una hermosa vídeo entrevista realizada para AISGE: “Antes pensaba que escribir era quitarle horas a la vida, ahora sé que es ganarle horas a la muerte. Mis personajes van a durar más que yo y van a ensanchar mi vida. Ironía galaica”.
Lourenzo, además de alcanzar el Premio Nacional de Literatura Dramática de España (1997), también recibió el Premio Nacional de las Artes Escénicas de Galicia en el año 2008, en una única edición que contaba con dotación económica. Única porque el gobierno de la Xunta salido de las elecciones de 2009 decidió sustituirlo por los actuales Premios de la Cultura sin dotación económica, toda una declaración de principios que, con seguridad, Lourenzo no compartía.
La Mostra Internacional de Teatro Cómico e Festivo de Cangas, además de acoger sus trabajos en diversas ediciones, en 1990 le concedió el Premio Xiria a la Labor Teatral.
Hoy quedamos sin su presencia física pero atesoramos su formidable legado artístico e intelectual. Nuestra labor ahora es custodiarlo y esparcirlo. Hasta siempre, maestro.
Foto superior: AISGE