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María Ruído: "El feminismo es una cuestión política, no biológica"

María Ruído es una artista visual, realizadora, investigadora y docente. Aunque en la actualidad vive en Madrid y es profesora de Imagen en la Universidad de Barcelona, sueña en un futuro con poder volver a Galicia. Este año, María Ruído va a recibir el premio Mujeres en Acción, un reconocimiento “a su excelente labor artística, en el que utiliza el arte cinematográfico de una manera original, inexplorado y con un lenguaje propio”. Hablamos con ella para saber que le supone este reconocimiento, de arte, de feminismo,…

P- ¿Cómo te sentiste al saber que ibas a recibir el premio Mujeres en Acción?

-Sorprendida. Y también muy halagada. Viendo quién fueron las anteriores mujeres que lo recibieron es un verdadero honor. Los premios siempre te sorprenden.

P- ¿Conocías ya la Mostra?

Sabía de su existencia, pero de manera muy lejana. Gracias a María Armesto, directora artística, pude conocer más y saber toda su historia.

P- Como sabrás, fue el primer festival del estado que impulsó y aplicó el principio de paridad, incluso desde antes del nacimiento de las leyes gallega y estatal de igualdad.

Sí, y es algo muy necesario también ahora, toda vez que el teatro y, en general, el arte y las humanidades, están viviendo un momento complicado. Que el feminismo sea uno de las señales de identidad de la Mostra es siempre necesario, pero en un momento como este, cuando la cultura empieza a ser atacada con posiciones que pensábamos estaban ya poco asentadas, parece mucho más importante.

P- Seguramente haya gente que vaya a conocer tu obra gracias a la Mostra, ¿cómo le explicarías quién es María Ruído?

Mi trabajo transcurre fundamentalmente en el audiovisual. En el ensayo visual empecé realmente delante de las cámaras. En la exposición que se muestra en Cangas se va a ver el comienzo de mi trabajo en un círculo que cierra perfectamente la performance.

P- El feminismo está presente en toda tu obra…

Mi trabajo se aborda, fundamentalmente, desde una posición feminista militante. Feminismo autónomo. En él encontramos algunas líneas fundamentales. Por una parte, cuestiones relacionadas con el cuerpo y la representación del cuerpo de las mujeres, principalmente de las mujeres trabajadoras, en fábricas en el entorno del capitalismo actual (fordistas y postforditas). Y también trata de cuestiones de memoria, historia y colonialismo.

P- ¿Como fueron los comienzos?

Empecé trabajando como artista ya a finales de los años 90. Pero en la actualidad soy también investigadora y docente.

P- ¿De dónde viene esa inclinación por el arte?

Provengo de una familia migrante donde no hay artistas. Yo desde pequeña tenía claro que mis intereses no eran los que rodeaban a mi familia. Sin embargo, siempre me apoyaron. Aunque soy historiadora de formación, tenía claro que de eso no se vivía. De ahí que apostara por una doble vertiente para ganarme la vida: artista y docente. La docencia es un territorio político fundamental. Cuando finalizo mi formación académica hago una tesis sobre la representación del cuerpo de las mujeres entre finales del siglo XIX y finales del XX. Eran los años 90 y en España había muchísimas carencias de textos feministas fundamentales.

P- ¿Y la faceta artística?

Yo pintaba ya desde pequeñita. También escribía. Pero descubrí la herramienta que supone la cámara a través del trabajo de artistas extranjeras. Tristemente, la dictadura rompió con nuestro legado y poco se sabe de artistas como Esther Ferrer. Me pareció que era una tipología de artista que no era la que me enseñaban en la facultad. En mi familia siempre hubo una conciencia de clase fuerte y todo se fue mezclando hasta crear la artista que soy.

P- ¿Cómo surge la idea de hacer ‘La memoria interior’?

Decidí que existía un espacio que había que desarrollar. ‘La memoria interior’ (2002) cuenta la historia de la emigración de mis padres a Fráncfurt. Quería contar la experiencia de alguien que se queda. Yo no viví con ellos. Mis padres vivían por aquel entonces en un gueto donde no había alemanes. Cuento la historia de mi familia porque nuestra historia es la historia. Con este ensayo documental gano un premio de 15.000 euros y con el dinero compro mi primera cámara de vídeo y un ordenador nuevo. Y entonces pensé, ‘ostras, igual aquí sí que tengo un campo de trabajo’.

P- ¿Y después?

Siempre pienso que hasta aquí llegamos. Cada cosa que finalizo pienso que es mi último trabajo porque realmente es muy difícil conseguir financiación. Pero aquí sigo…

P- ¿Y ya piensas en tu próximo proyecto?

Mi trabajo es muy coherente casi siempre. Unos trabajos salen de los otros. Ahora tengo dos proyectos que me gustaría llevar a cabo, pero aún no los puedo contar. Tengo la sensación de que el hecho de que te hagan un reconocimiento no significa que vaya a ser más fácil encontrar dinero para financiar el próximo proyecto.

P- ¿Piensas volver a Galicia?

Me hace mucha ilusión. Yo tuve que marchar de aquí en su momento para estudiar. Fui a Portugal en 1993 y hice el doctorado ya en Madrid. Fue una ruptura que quizás si hubiera nacido 20 años más tarde no tendría que hacer. Con el desarrollo de internet mi trabajo podría hacerlo desde cualquier parte, pero en aquel momento tenías que irte, sobre todo en el período de aprendizaje. Y a veces volver es complicado. Por eso, cualquier proyecto o reconocimiento que venga de Galicia me hace especial ilusión.

P- Te defines cómo feminista militante. ¿Cambiaron mucho las cosas?

Sí que cambiaron mucho las cosas, pero sobre todo en nuestro pequeño mundo. Tenemos que ser conscientes de que los derechos son muy difíciles de conseguir pero muy fáciles de perder. A veces tenemos la falsa idea de que derechos como el aborto o el divorcio no se van a revertir. También lo creyeron las republicanas y la asociación anarcofeminista ‘Mujeres Libres’… El feminismo se ensanchó mucho incluyendo temas de raza, de clase, trans,.. Deberíamos cuidar esta interseccionalidad y no fundirnos en debates como la esencia de lo que es ser mujer, un debate hiperbiologicista, cuando el feminismo es una cuestión política, no biológica. Las mujeres somos muy diversas. Personalmente no me da miedo la discrepancia sino la capacidad de respetar las opiniones. La interseccionalidad es una riqueza enorme. El feminismo clásico era blanco, burgués y heteronormativo. Ahora vivimos con un abanico de feminismo que no deberíamos perder nunca. Y todo esto está en peligro. Da miedo pensar que los chicos jóvenes votan a la ultraderecha porque piensan que van a perder privilegios. Parece que las chicas van por un lado y ellos parece que se atrincheraron en posiciones reaccionarias.

 

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