'Helen Keller, ¿la mujer maravilla?', teatro para el público olvidado
Chévere recibe el premio Xiria a la Labor Teatral por su espectáculo ‘Helen Keller, ¿la mujer maravilla’?. Son seguramente la compañía de teatro más conocida en Galicia y sus proyectos acostumbran a cuestionar las narrativas oficiales. Con la obra premiada, Chévere buscar llegar a más gente. Quiere hacer algo para el público eternamente olvidado en los patios de butacas: la gente sorda, ciega y sordociega. Patricia de Lorenzo, Chusa Pérez de Vallejo y Ángela Ibáñez suben al escenario para contar la historia de Helen Keller. Nacida en Tuscumbia (Alabama), se convierte en una celebridad mundial al ser, según las fuentes oficiales, la primera persona sordociega en obtener un título universitario en 1904 en Harvard.
La organización de la Mostra Internacional de Teatro Cómico e Festivo de Cangas le otorga este premio a un “excepcional trabajo de inclusión, en el ámbito profesional teatral gallego y estatal, que es accesible para personas con discapacidad auditiva, visual o sordoceguera y, también, cuestiona la incomunicación entre estas personas y las "sin discapacidades".
Hablamos con Xron, encargado de la dramaturgia y de la dirección del proyecto.
- ¿Qué significa para Chévere este premio?
Para nosotros es un gran motivo de satisfacción porque es un trabajo en el que arriesgamos mucho. Exploramos territorios desconocidos para incorporar la lengua de signos dentro de nuestra obra como material artístico. Entrar en contacto con nuevos recursos y soluciones, con el tratamiento del silencio, puede resultar un tanto incómodo. Para nosotros este premio es un respaldo y una muestra de sensibilidad. Nos ayuda a no sentirnos solos en este esfuerzo. Porque la idea que queremos transmitir ve más allá del hecho puntual del espectáculo. Es una reflexión sobre la necesidad de que las artes escénicas sean más inclusivas y accesibles. En el teatro gallego, este tipo de espectáculos están fuera de la senda y esperamos que con este reconocimiento que nos da la Mostra consigamos que esté dentro de las preocupaciones sociales y artísticas.
- ¿De dónde os viene esta preocupación por la inclusión social?
Era una preocupación que veníamos manteniendo desde hace algún tiempo. Ya cuando éramos compañía residente en Teo (A Coruña) teníamos una orquesta de improvisación con personas con discapacidad. Nos interesaba acercarnos a estos colectivos. Con la obra ‘Eroski Paraíso’ hicimos un intento puntual, con alguna colaboración con la ONCE en A Coruña con días concretos de función accesibles. Por aquel entonces era solo hacia la comunidad sorda con textos subtitulados. Después, por ciertos azares de la vida, la actriz Chusa Pérez de Vallejo se acerca a nosotros y nos pregunta si nos interesaría emprendernos en la aventura de Helen Keller. También fue fundamental que la actriz Ángela Ibáñez aceptara.
- ¿Cómo fue el proceso?
Todo el equipo aprendimos mucho durante un año. Gracias a Chusa y a Ángela nos metimos muy de lleno en este mundo. Fuimos descubriendo con ellas muchas cosas, como la ineficacia del subtitulado para la mayor parte de las personas sordociegas. Con ellas valoramos que la lengua de signos es para mucha gente a lengua nativa. Como compañía, quisimos aprovechar estos nuevos recursos afrontando la lengua de signos para usarla como herramienta de creación, no solo de accesibilidad.
- ¿Cuánto tiempo os llevó preparar esta obra?
Más o menos dedicamos el mismo tiempo a todos los espectáculos. Dedicamos alrededor de dos años a cada proyecto. Este proyecto en concreto lo pusimos en marcha con la investigación inicial sobre la figura de Helen Keller. Queríamos ver el interés que tenía para después llevarla a escena. Y después, cuando ya teníamos decido el equipo, estudiamos lengua de signos durante un año, al tiempo que estábamos con el proceso de documentación. Aunque no pudimos viajar a los Estados Unidos para documentarnos sobre su figura, tuvimos la fortuna de poder usar fondos documentales digitalizados como los de la Escuela Perkins para ciegos de Boston o la Fundación Americana para Ciegos. En el proceso, hablamos con personas sordas, ciegas y sordociegas, incluso vinieron a ver algunos ensayos y pases antes del estreno.
- ¿Cómo fueron los ensayos?
Estuvimos algo más de dos meses ensayando, dividiendo el trabajo en varias fases porque no podíamos abarcarlo todo junto. Hubo un encuentro inicial de las tres actrices, otro para probar materiales,... Entre medias, el equipo de dirección organiza el material de investigación y se hacen los primeros ensayos. De ahí pasamos a la escaleta y a ver temas como el tratamiento del espacio, la ropa,... Y, finalmente, cinco semanas de ensayo con todo el equipo. En este proyecto teníamos una dificultad añadida, sobre todo para Patricia y para Chusa, que tenían que ver cómo gestionar un texto que no es escrito, sino que hay que signar. Hubo un trabajo de adaptación muy grande. Fueron esfuerzos y dificultades que el público no percibe, pero el mérito es enorme.
- Ya lleváis hechas varias actuaciones. ¿Cómo está siendo la respuesta del público?
Nosotros, en general, estamos muy satisfechos con su respuesta, toda vez que se trata de un espectáculo extraño en el que el 99 por ciento de la gente es oyente. Hay personas que se implican desde lo principio y salen de la sala con una cierta revelación de otro mundo, de otro lenguaje, de otra cultura. Y también hay público oyente que no da entrado en la obra porque se siente incómodo con los silencios. No tenemos ese hábito adquirido.
- ¿Y el público sordo y ciego?
Ese es el gran descubrimiento. El contacto con el público sordo y ciego es maravilloso. Aunque es minoritario, es muy importante y necesario crear nuevos públicos Eran personas que estaban expulsadas del teatro gallego y ahora entran con un entusiasmo y con una generosidad enorme. Ya era hora de atender a ese público que normalmente no puede ir al teatro. Y aunque nuestra obra es teatro documental, con una narrativa compleja, esas personas transmiten un agradecimiento y entrega absolutos. En sitios como Madrid este público sordo tiene más oportunidades, pero normalmente es teatro más convencional. El hecho de que de repente puedan ver una obra de teatro documental les encanta. Nos están dando muchísima energía.
- Después de esta experiencia, ¿va Chévere a continuar abordando la inclusión en sus proyectos?
Evidentemente tenemos un compromiso con un público que es minoritario, pero que responde muy bien. Hace cosa de un mes interpretamos la obra ‘Las hijas bravas y el mito de Casandra’ en Chantada. E hicimos el trabajo de adaptarla toda a la lengua de signos en un tiempo récord. Sobre el escenario había dos intérpretes que durante la obra interaccionaban con las actrices. Fue todo muy rápido y no le dedicamos todo el tiempo que necesitábamos, pero funcionó muy bien. Después de experiencias como estas el público comenta lo potente que es estar en un teatro y ver que hay grupos de personas sordas. El teatro puede ser como una sociedad a escala, tolerante, diverso, con público sordo, ciego y oyentes en una misma sala.
- ¿Cuál es la relación de Chévere con la Mostra de Cangas?
Después de tanto tiempo yendo a Cangas para nosotros es como un refugio. Como volver a casa. Hacer teatro es algo maravilloso, pero tiene momentos duros de incertidumbre. Actuar en la Mostra de Cangas es hacerlo en un sitio donde estás cuidado. Al final estos festivales para son para el teatro gallego como un bosque. Una reserva de árboles que crean el oxígeno que respiramos todos: público, actores, actrices y todo el lugar. Este oxígeno es cada vez mas importante para crear un ecosistema saludable, porque estamos asfixiándonos por cómo va el mundo.
- ¿A quién le dedicáis este premio?
A todo el público sordo y ciego que está viniendo a ver nuestra obra en Galicia. Y también a la ayuda enorme de los profesores de lengua de signos que tuvimos, a las personas mediadoras que trabajan con gente sordociega, y a Ramón Costoya Lens, que fue nuestro profesor de conversación de Lengua de Signos durante meses y que nos transmitió cómo es la realidad de una persona sorda. Y también a las tres actrices. Hacen un trabajo extraordinario.